martes, 22 de enero de 2013


RÉQUIEM POR UNA LIBRERÍA
         El sábado, al pasar por la calle López Gómez,  noté ese vacío que ha dejado la Librería Rayuela, la librería de nuestra amiga Charo. Cuando llegué a esta ciudad, Rayuela se convirtió en mi primer lugar a donde acudía para no sentirme un extraño. Luis me encargaba los discos que le pedía y Charo los libros. Recuerdo eso ahora como algo de un pasado lejano, como algo que, por desgracia, no se volverá a repetir. Y no es la primera librería que “cae” en esa calle pues la Isis, aquella buena y bien abastecida librería, también cerró hace unos años. De mis años de estudiante en Madrid, recuerdo muchas y muy buenas librerías (la León, la Universitas-delta, la San Agustín, la que estaba en los arcos de Moncloa cuyo nombre no recuerdo, pero sí que acabó convertida en una zapatería) que echaron el cierre hace ya años. Es verdad que hay nuevas maneras de leer, que los tiempos cambian – no sé si para mejor o para peor – pero cada vez que una librería cierra creo que somos un poco más incultos por mucho que me hablen de libros electrónicos y de conexiones en Internet.  Sinceramente, no creo que esa Internet el único culpable; las librerías madrileñas de las que hablo cerraron antes del e-book, del face book y del twitter. ¿No será que los bárbaros ya se llevan instalando entre nosotros desde hace varias décadas, antes mucho antes de que fuera Wert ministro? ¿No será que el proceso de  analfabetización de la sociedad española, promovido por quien sea o por lo que sea, ya es antiguo? ¿Por qué se suprimió el teatro en las televisiones? ¿Por qué a alguien le ha interesado que lo cultural sea sinónimo de aburrido? ¿Cómo casa que la generación mejor preparada de la historia de España sea una generación prácticamente analfabeta que ni lee ni escribe? Espero que me ayudéis a contestar a estas preguntas. Mientras tanto y aunque Rayuela vaya a seguir viviendo en  la Biblioteca Pública de Serrada,  dejadme que entone este treno funerario por la librería de una buena amiga. Requiescat in pace.

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