viernes, 5 de julio de 2013

EN CAJA DE PLATA


        

            Había leído algunas cosas sueltas de Luis Alberto de Cuenca y pensé que en este verano del 2013 era ya hora de entrar un poco más en profundidad. Y gracias a esas antologías de Renacimiento, en este caso preparada por el propio autor, he ahondado un poco más en la poesía de este madrileño con el que comparto ese poema de la Castellana que pongo tras estas escuetas palabras. Sus poemas engañan porque tras una aparente facilidad se esconde un trabajo de pulido, labor limae, que decimos los filólogos clásicos. De este autor, me gustan también los poemas que hacen referencia a nuestro mundo clásico y me gusta su porte de caballero español. ¡ Y olé!

Cuando vivías en La Castellana

Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario