miércoles, 24 de julio de 2013

LAS CEREZAS DEL CEMENTERIO




 
 
         Ya se va pasando el tiempo de las cerezas que tienen su sazón a finales de junio y principios de julio y tendremos que  esperar al siguiente verano para volver a disfrutar con su carne jugosa y prieta.  Me gustan mucho las del Jerte, claro, pero no desprecio tampoco las de Aragón, de buen calibre y quizás de menos sabor, pero siempre exquisitas. Tampoco me enturbian el paladar las de Ávila, de la zona de Navaluenga, en donde también recogen unos exquisitos melocotones que ahora están su momento mejor y que nada tienen que envidiar en sabor a los de Calanda, el pueblo de don Luis Buñuel y de los tambores. También os digo que siempre tuve la curiosidad de probar esas cerezas literarias de Gabriel Miró, las de su libro Las cerezas del cementerio .En fin, si ya no nos quedan cerezas, comeremos melocotones, esos que tanto gustaban a mi muy admirado Josep Pla y que Bertrand Russel, al descubrir su etimología, dijo que le sabían mejor al conocer la procedencia de su nombre.
 




        

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