domingo, 14 de julio de 2013

UN TÍO SIMPÁTICO



A Mario Quintana me lo recomendó un buen amigo que anda ahora de sacerdote misionero por tierras de Bahía en Brasil. Yo le solía hacer mucho caso a mi camarada Santiago Milán, pero he tardado un tiempo en leer a Quintana y, si he llegado hasta él, ha sido por leer a Enrique García-Máiquez que ha sido su traductor en esa curiosa editorial que es Papeles del sitio. Se abre el libro del poeta brasileño con unos aforismos, loa llamados “quintanares” de los que os recojo dos completos y un fragmento de otro:
EXÉGESIS – Si un poeta consigue explicar lo que quiso decir con un poema, el poema no sirve.
Pues en esto de la creación literaria conviene no olvidar – guardadas las infinitas distancias – que el mundo también fue creado por palabras.
S.O.S. A VIVEVERSA.- Cada poema es una botella de náufrago lanzada a las aguas… Quien la encuentre se salva a sí mismo.
Y de tan curioso porta brasileño no podía faltar un poema. Ahí lo tenéis:
Nació mi muerte cuando yo nací.
Despertó, balbució, creció conmigo…
Y jugamos de noche al corro amigo
en la pequeña calle en que viví.

Perdió aquel gesto suyo – fui testigo-
de sonreír, que yo también perdí.
Pero ella todavía sigue aquí
seriamente escuchando lo que digo.

“¡Tú sí que eres mi dulce prometida!:
no sé cuándo tendremos nuestras bodas,
si hoy mismo o…no, después de mucha vida.”

Mientras, se van las horas, locas, tristes…
¡Pero es tan bueno, entre las horas todas,
acordarme de ti, saber que existes!

Traducción de Enrique García- Máiquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario