domingo, 15 de septiembre de 2013

MERCÈ RODOREDA

¿Cuántos años han pasado desde que, en los libros de Bachillerato, en ese apartado en el que se trataba de la literatura en lenguas catalana, gallega y vasca – que curiosamente ha desaparecido en esta España de las autonomías quizás porque en el fondo no interesa que nos conozcamos y a los primeros que no les interesa es a la los independentistas cegatos- pues, como iba diciendo, en aquellos libros se hablaba de La plaza del diamente, un libro que acabo de leer? Han pasado muchos años y han pasado muchas cosas, pero he descubierto lo que ya me suponía: que este libro escrito en catalán por Mercè Rodoreda es un gran libro. La voz de una mujer nos va contando su vida sencilla de mujer que se enamora del Quimet, un chico posesivo y autoritario, ebanista de profesión, que la cambiará su nombre, Natalia, por el de Colometa, palomita en castellano. Colometa nos habla de sus ilusiones, de sus sentimientos, de la llegada de la República y de la Guerra y luego de la Posguerra; de los hijos, de tantas cosas pequeñas que conforman una vida. Apenas conocida en el resto del “Estado español”, tal y como decía el señor de El Ferrol y que en su grosera incultura siguen diciendo los independentista, porque apenas se conoce en España la literatura que no está escrita en castellano, (luego no nos quejemos de que algunos hijos nos salgan respondones), esta novela, que la llevó al cine Francesc Bertriu con Silvia Munt como la Colometa y Lluis Homar como el Quimet, y que se llevó también al teatro es de lo mejor que he leído este año y ya sabéis, modestia  aparte, que leo bastante. Una gran novela en esta España de literatura excrementicia, como diría Villalonga que fue el que me la recomendó en sus Falsas memorias, que os recomiendo leer si es que no estáis enzarzados en los excrementos del Ruiz Zafión o de la Julia Narrabo. ¡Ah, y antes de que se me olvide:  Mercès, don Lorenzo!

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