martes, 10 de diciembre de 2013

COLLIGE, VIRGO, ROSAS





 

 
Ver erat et blando mordentia frigora sensu       

spirabat croceo mane revecta dies.

 

Este es el maravilloso comienzo de un poema que se les atribuye tanto a Ausonio, un autor galo del siglo IV d. de Cristo, como a Virgilio, el gran Virgilio del siglo primero antes de Cristo. Este comienzo me recuerda a mi buen amigo José Luis Estruch, entonces filósofo en ciernes y hoy flamante directivo de una empresa de informática; me recuerda nuestras bromas cuando nos acordábamos de nuestro común maestro, Antonio Guzmán Guerra y me recuerda el verano madrileño en el parque de Eva Perón.  Por cierto que su traducción dice así:

         Era primavera y, con suave sentimiento, el día naciente

         aspiraba en el amanecer de azafrán el mordisco de los fríos.

 

         Este comienzo quizás no es tan conocido salvo para los filólogos clásicos, pero el final de este poema es el conocidísimo “colle, virgo, rosas”.

 

Collige, virgo, rosas dum flos novus et nova pubes,

et memor esto aevum sic properare tuum.

 

Y traducido al castellano dice, más o menos, así:

 

Coge, muchacha, las rosas mientras nuevas son juventud y flor

y acuérdate de que así se te escapa también tu vida.

 

¡Ay! ¡Qué gran verdad que, jóvenes entonces, no acabábamos de entender del todo!

Ahí os dejo estos  fragmentos, primero y último, de un poema que ha seguido inspirando a poetas de todas las épocas y, junto a él, un retal de mi juventud.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario