martes, 23 de junio de 2015

INFORME A LA SUPERIORIDAD





Confesar que se ha leído a Ángel Palomino puede constituir un delito de lesa lectura aunque aduzca en mi defensa que ha sido un libro pequeñísimo, de menos de treinta páginas y con un cuerpo del 19, es decir, gigantesco. Dicho esto, podemos deducir que el libro se lee en un pispás, pero aunque pequeño, es matón. Palomino nos cuenta las penas de un papa que sufre de ataques de estornudos y que, pese a rezar a su Cristo de alambre diseñado por un arquitecto, no consigue la curación  porque la curación le vendrá cuando descubra… No os lo voy a decir. Tan sólo que Palomino no va contra el Concilio, sino contra las malas interpretaciones que siguieron al Concilio y las consecuencias precipitadas que se sacaron de él. Es cierto lo que dice Palomino pues aún, casi cincuenta años después, quedan por ahí muchos sacerdotes despistados en su oficio que son un peligro para los feligreses. Creo que ya sabéis por donde voy y más ahora que la monja Forcades y la monja Caram ( que lleva una organización para ayuda de las familias desasistidas lo que demuestra que nadie es blanco o negro sino un mezcla de los dos) están metidas en los medios. Conviene leer este libro valiente y quitarse antes los prejuicios porque no son buenos para nada. Y especialmente para la lectura.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario