viernes, 14 de agosto de 2015

LOS MÁRTIRES DE CARRAL




Estamos en la España de Isabel II, más en concreto en la conocida como Década Moderada (1854- 1844) en la que ejerció el poder el Partido Moderado con el general Narváez como hombre fuerte de esta década que llevó a cabo una centralización importante de la administración del Estado amén de un recorte de las libertades y de los derechos. Así las cosas, el 2 de abril de 1846, el segundo batallón del Zamora, establecido en Lugo y a las órdenes del coronel don Miguel Solís y Cuetos se sublevó proclamando la disolución del Consejo Provincial y de la Diputación. Solís pronunció una emotiva arenga a sus soldados que terminaba así:

         Gallegos, españoles todos. ¡Viva la Constitución!¡Viva la Reina libre! ¡Fuera extranjeros!¡Abajo el dictador Narváez!¡ Abajo el sistema tributario!

            El coronel Solís era gaditano, del Puerto de Santa María, y estaba destinado en Galicia. Luchaba por la Constitución y por “liberar” a la reina Isabel, una pobre mujer que había sido educada para ser un títere de los políticos y generales de la época y cuya máxima afición era comer y cenar con sus amantes en Lardhy al no ser su marido, Francisco de Asís de Borbón, un enfermo de hipospadias y homosexual, el hombre adecuado para dar la “talla” en el lecho marital. Al poco se unieron a la sublevación las plazas de Santiago, Pontevedra y Vigo., estas dos últimas ciudades al mando de Leoncio Rubín de Celis. El 15 de abril se constituye en Santiago de Compostela la Junta Superior del Reino de Galicia que reclamó las libertades que había abolido Narváez y un trato más justo para Galicia. También en Santiago se constituye el llamado Batallón Literario que ya había actuado en la Guerra de la Independencia.

         Pero al Espadón de Loja no se le escapaba ninguna sublevación y envió al general La Concha, capitán general de Castilla la Vieja para acabar con los sublevados. Se produjo la batalla de Cacheiras, en las afueras de Santiago, y las tropas sublevadas fueron derrotadas. Tras esta derrota las tropas “leales” de La Concha procedieron al saqueo y pillaje de Santiago.

         Solís se refugió en el monasterio de San Martín Pinario, pero se entregó por la tarde. Fue juzgado y condenado a muerte en un juicio sumarísimo y ejecutado en la villa de Carral, La Coruña. También el comandante Víctor Velasco y diez oficiales más fueron fusilados. El pueblo gallego, en una situación de pobreza y de abandono, ya tenía unos mártires que habían dejado su vida por Galicia y que de cuya sangre nacería la primera generación de galleguistas, los que pensaban que, si Solís hubiera triunfado, la situación gallega, siempre por supuesto dentro de España y por tanto nada que ver con independentismos ridículos de cuyo recuerdo se apropian en las jornadas “nacionales” del 25 de julio los chavales del BNG, hubiera sido otra y Galicia hubiera tenido la oportunidad de hacer política sin ser “una colonia de la Corte”. como dijo Antolín Faraldo Asorey, uno de los primeros provincialistas gallegos, es decir, personas a los que le dolía Galicia y su estado de abandono por parte del gobierno central. Y es que España, algunas veces, ha sido más madrastra que madre. Pero de eso ya hablaremos en su momento.

 

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