sábado, 24 de diciembre de 2016

SOBERANO ESPOSO MÍO


Nada puedo decir a esta maravilla de poema. Leedlo y, si podéis, escuchadlo cantado por Amancio Prada.


 









SOBERANO ESPOSO MÍO

 

Soberano Esposo mío,

ya voy, dejadme llegar;

no me deis, Señor, desvío,

para que entre en vuestro mar

este pequeñuelo río.

 

Socorredme, dulce Esposo,

y dad la debida palma

a mi cuidado amoroso

para que descanse el alma

en los brazos de su Esposo.

 

Vuestros brazos me daréis

que, si a pediros me atrevo,

es porque no miraréis

a lo mucho que ya os debo

lo poco que me debéis.

 

Cumplid, Esposo, los conciertos,

quitando al alma los lazos,

serán mis abrazos ciertos

pues por darnos abrazos

tenéis los brazos abiertos.

 

Si vos los brazos me dais,

yo os doy el alma en despojos,

y, pues ya me la sacáis,

volved, mi Cristo, los ojos

a quien el alma lleváis.

 

Pues el corazón os di,

denme esas llagas consuelo;

entre el alma por ahí,

pues son las puertas del cielo,

que se abrieron para mí.

 

Huéspedes tenéis y tales

que no sé si he de caber

pero, ya en vuestros umbrales,

quepa esta pobre mujer

entre tantos cardenales.

 

Mi alma vive de manera

guardando de amor la ley

que en vos su remedio espera

pues tiene tal Agnus Dei

colgado a su cabecera.

 

Por vuestra me recibid,

no miréis más mi pobreza;

si voy segura, decid,

mas, si bajáis la cabeza,

diciéndome estáis que sí.

 

Ahora es tiempo que veamos

a dónde llega el querer,

si es verdad que nos amamos,

yo ya me vengo a esconder

entre ese árbol y sus ramos.

Siendo así, Esposo sagrado,

en aquestas ansias bravas,

válgame vuestro cuidado

pues me asgo a las aldabas

porque me valga el sagrado.

 

De esta postrer despedida

yo no temo el dolor fuerte,

si con vos, mi Cristo, asida

a la hora de la muerte

tenga en mis manos la vida.

 

Si en las manos tengo a vos

con regalos soberanos,

ya estamos juntos los dos,

pues que Dios está en mis manos,

y yo en las manos de Dios.


LA CIUDAD NO ES PARA MÍ


La ciudad no es para mí es toda una película de culto para el que estas líneas escribe. Sé que los pedantones al paño se mesarán sus barbas y se rasgarán sus túnicas de diseño con esta declaración que me sale del corazón. (Un pareado) Y de esta película tan denostada señalo tres momentos:

El primero es cuando, el padre, don Agustín, labrador de Calacierva, pueblo aragonés  baja a Madrid porque allí vive su hijo, ilustre médico. Su nuera lleva una vida de relaciones sociales en las que el pobre maño no tiene cabida. Lo recluye en la cocina porque se avergüenza de él. Sin embargo, cuando Luchi se líe con un medico ayudante de su marido, (que interpreta un joven Sancho Gracia),  el abuelo salvará su matrimonio.

El segundo es cuando le pide dinero a su hijo y éste abre su cartera y le da unos cuantos billetes.  Pronuncia entonces don Agustín unas palabras preciosas y llenas de verdad: ¡Pensar que en la cartera de un hombre cabe la felicidad de tantas personas!

El tercero es otro momento bellísimo: el padre, que había viajado hasta Madrid con el retrato de su difunta esposa, quita un carísimo cuadro de Picasso y coloca el cuadro en el salón del comedor;  su hijo, asombrado, le dice: ¡Pero padre ¿cómo ha quitado el Picasso?! ¡Vale un millón! Y don Agustín le dice a Agustinico: y un cuadro de tu madre ¿no vale más de un millón?

Finalmente, el cuarto momento,  uno más de los muchos maravillosos que tiene la película es cuando don Agustín relata cómo se acuesta en Calacierva:

“Cuando me acuesto, echo una pata a Francia y otra a Italia y me duermo como un bendito” ¿Cuántos podemos decir lo mismo?

No os dejéis engañar por los progres y,  si podéis, durante estas Navidades, ved esta película maravillosa en la que un simple aldeano de Calacierva les lleva a sus hijos ricos la honradez, la sinceridad y el amor. ¡Casi nada!


EN ALBACETE, LEE UN POEMA Y NO TE VAYAS (O LOS POETAS DE ALBACETE)



Mi conocimiento de Albacete era, hasta hace unos días, muy pobre. Se limitaba a la industria de cuchillos y navajas; a la base de Los Llanos y a la Sierra de Alcaraz, en donde mataron al Pernales y al niño del Arahal. También tengo un recuerdo de Albacete, el único de toda mi vida pues jamás volví a poner los pies en tan curiosa tierra, de una calle con un frío polar y unos adolescentes que me pareció que iban en manga corta o al menos con menos ropa que un servidor al que su santa madre llevaba cubierto con gorro de verdugo y bufanda anudada para que no me entrara el frío en mi muy delicada garganta. Aquel chaval con un polo blanco, que debía de ser el amo de la pandilla y que lo quería demostrar yendo en manga corta, es lo único que recuerdo de Albacete. Por supuesto, conozco los dichos célebres, pero mi cortesía y mi respeto por aquella tierra me hacen callar: no hablaré por tanto de ningún proceso defecatorio y tampoco de viejos ni de viejas, pero sí que os hablaré de un grupito de poetas que están publicando y ganando premios. Pero  hoy os quiero hablar tan sólo de que la poesía ya existía antes de estos poetas jóvenes por los que yo he conocido este Albacete literario y así me entero de que existe, desde hace unos años,  un grupo llamado Alcandora que organiza jueves literarios y que en 2001, se publicó un libro que lleva por título Las 70 mejores poesías de autores de Albacete de Andrés Gómez Flores. En fin que “el Nueva York de la Mancha” como lo llamaba Azorín no es un yermo en el que los madrileños de vuelta de Levante se paran a hacer sus necesidades, sino que hay toda una vida literaria que estos madrileños, siempre apresurados,  se pierden por motivos escatológicos. ¡Que pena!

PEQUEÑECES, PERO NO MEMECES



Desde muy pequeño había oído hablar de Pequeñeces y pensaba que era un libro al estilo de Mujercitas, es decir, la vida de unos escolares en algún colegio jesuítico como, por ejemplo, el del Recuerdo en mi Chamartín. Siguiendo aquella sabia conseja de Vicente Cristóbal López, profesor mío en la Facultad, cuando nos decía que la mejor manera de conocer un libro era leerlo,  me puse a su lectura para saber cómo era el libro y me llevé una sorpresa porque el libro que arranca efectivamente en el Recuerdo, sigue por un camino muy distinto, pues lo que hace el Padre  Coloma es relatar con un estilo realista lo podrido de la alta “suciedad” madrileña. Currita, marquesa de Albornoz, vive en Saraos, tiene un pobre marido retrasado o más bien cortico de luces y deja a sus hijos “abandonados” en los colegios de la Compañía. Una cita de Shakespeare abre el libro: Something is rotten on the kingdom of Denmark. Pereda, ese señorito de Córdoba que escribía como los ángeles, decía que para la homilía no hacía falta un libro. Puede ser, pero sí que es verdad que el libro está muy bien escrito y que tiene momentos de muy buena literatura. Sin embargo, adolece de un defecto que es común a los libros escritos por entregas: alargan demasiado la acción para publicar durante el tiempo pactado por el periódico. Pero los personajes de la Restauración están tan bien retratados que uno no se sorprende de que en España estemos como estamos porque de aquellos polvos vienen  estos lodos y de aquellas mimbres tenemos estos cuévanos. Amén.

CECIL Y MANUCHO




Manuel Mujica Láinez no deja de sorprenderme con su maravillosa literatura. Llevo todo este año con sus libros y cada libro me gusta más y me parece de un escritor fastuoso, tan encantador ( en el sentido etimológico del término) como “mi” Cunqueiro. En este mes, le ha tocado a Cecil en el que el autor bonaerense nos cuenta una parte de su vida. Pero digo mal, no es Mujica el que cuenta su vida sino que es su perro, Cecil, el que cuenta la vida del escritor. Y, vista la vida de Manucho por su querido perro, ésta se nos revela como algo mágico, extraño, maravilloso porque el perro, desde su mundo, analiza el mundo férico de Mujica y consigue unos resultados en los que, con ese humor tan propio de las personas inteligentes como el argentino, no dejan de sorprendernos. Gran libro que, fijaos que cosas, me ha llevado a un fantástico disco de arias renacentista de la gran Victoria de los Ángeles. Más se aprende leyendo a mi Manucho del alma que viendo Telecinco.

HERMENEGILDO MARTÍN BORRO


Un día, yendo en el coche camino de Olmedo con mi compañero Rodrigo, profesor de matemáticas, salió el tema de los abulenses ilustres y, entre ellos, surgió el nombre de Hermenegildo Martín Borro, poeta de Cebreros que da nombre al Instituto de la villa abulense. Hasta ese momento no nada sabía de Martín Borro, pero, como para eso se inventó Iberlibro, navegué por sus procelosas aguas y encontré una Antología en la Fundación Gran Duque de Alba de la que os hablaré en su momento y Enamorada cumbre subtitulado Tierras de Ávila y de Gredos y que fue editado por Alberto Vassallo de Mumbert, un librero y editor muy vinculado a las tierras de Ávila. El libro tiene poemas que son buenos u otros de circunstancia, dedicados a próceres que ya han pasado al olvido. Éstos últimos poemas no me acaban de gustar y me recuerdan a eso poemas en bable que más propios son de una caseta regional que de un libro. Martín Borro es un buen poeta que conoce su oficio y que maneja muy bien los metros clásicos, pero, repito, hay demasiados poemas de circunstancias. Sin embargo, benditas esas circunstancias que hacían que en una inauguración o en un acto público apareciera un poeta que recitaba unos versos alusivos al acto,. Y digo que benditos porque a tal punto de cochambre intelectual hemos descendido que ya ni eso.


sábado, 3 de diciembre de 2016

DONDE LAS MUJERES



Hay cosas que uno no se explica y una de ellas es cómo no había leído antes a Álvaro Pombo al que conocía de tertulias televisivas cuando en la televisión aparecían escritores e intelectuales que tenían algo que decir y no mangutas, manguis y rufianes que nada tienen que decir, pero que llenan las ondas hercianas con sus estupideces. Quizás pensando que era un escritor de best sellers no leí a Álvaro Pombo hasta que un día, hablando con Jesús Sanz Rioja, el profesor más culto de Valladolid que lo mismo te define en dos palabras la novela negra que se te toma un Machaquito o una absenta, me dijo que leyera Donde las mujeres. Y como en todo le hago caso excepto en lo del Machaquito y la absenta, me lo he leído y tan sólo os digo que es una de las mejores novelas que he leído nunca. Pombo penetra en una familia ( no lo dice, pero son de Santander) y con una gran precisión psicológica nos describe ese gineceo en donde los hombres acaban malparados. La novela me ha parecido muy british, en el mejor sentido del término, y alejada de lo garbancero, propio de los escritores de la patria hispana. Es una novela que es muy, pero que muy recomendable y que curiosamente me ha llegado de viejo (ya no se editan cosas buenas como ésta) de un expurgo de la biblioteca de un pueblo  de Toledo cuyo nombre omito porque deja a su bibliotecario a la altura del betún. ¿A que lo ha sustituido por alguno de Ruiz Zafón o por las sombras de Grey? Sin perdón, como Clint Eastwood.

martes, 22 de noviembre de 2016

SANTA CECILIA



Hoy es el día de santa Cecilia y, echando el cuarto a espadas, voy a tratar sobre esta santa, patrona de los músicos y, por ese músico que llevo dentro, con el permiso de don Alejo Carpentier, algo me toca (nunca mejor dicho). Empezaré diciendo que esta joven, según las Actas de Santa Cecilia, fue dada en matrimonio a un joven cuyo nombre era Valeriano. Cuando llegó el momento de consumar el matrimonio, Cecilia le dijo que ella era una virgen consagrada al señor y que por tanto, no podrían consumarlo. El muchacho le dijo que,  puesto que un ángel velaba por su virginidad, creería si veía al ángel. Pero Valeriano no era cristiano así que lo primero que tuvo que hacer fue irse a bautizar con el papa Urbano y así consiguió ser cristiano y ver al ángel. También su hermano Tiburcio se convirtió y los tres vivieron en la casa en casta societas.
         Pero el prefecto Turcio Almaquio, al enterarse que eran cristianos los dos hermanos, los mandó matar y con ellos al funcionario del prefecto Máximo que se había convertido al ver la fe de los hermanos. Cecilia se logró salvar, pero, cuando la encontraron, decidieron matarla en el baño de su casa. No lo consiguieron y la metieron en un caldero de agua hirviendo del que también sobrevivió; decidieron cortarle la cabeza y el hacha rebotaba en su cuello. El verdugo, como el de Berlanga, salió corriendo y a la pobre Cecilia, antes de morir, le dio tiempo a repartir limosnas entre los pobres. Y hasta aquí la historia y ahora vosotros me podríais preguntar tranquilamente: Y eso ¿qué tiene que ver con la música? No seáis impacientes.
         Según algunos autores, el martirio de Cecilia fue en el siglo segundo y las actas que hemos manejado son del siglo cuarto. En el canto que se compuso en la Iglesia para la mártir se decía en latín:
Candentibus organis, Caecilia Domino decantabat dicens: Fiat cor meum inmaculatum ut non confundar.
         Pero este texto, por corrupción en su transmisión,  se convirtió en canentibus organis y el significado de organum, que, en un principio,  era instrumento de tortura, pasó a ser, a partir del siglo VI, el órgano musical.
         Sin embargo, para los que quieran arrancar a Cecilia su patronazgo sobre la música por este cambio en los manuscritos, les digo que se fijen que tanto con los candentibus organis como con los canentibus organis, la pobre muchacha decantabat en medio de su tormento. Así pues, tan alejada del mundo de la música no estaba. ¡Feliz Santa Cecilia, amigos y cuasi colegas músicos!

sábado, 19 de noviembre de 2016

PALAIS DE JUSTICE


Creo que ya os he hablado de José Ángel Valente, gran poeta gallego, pero no había entrado en su prosa. He leído Palais de Justice , un libro que, en principio, trata del proceso de separación del poeta, pero que acaba siendo un canto al amor, al dolor, a la angustia de las sombras en el pasillo de la casa en aquella remota niñez orensana. Una gran prosa la de Valente que se nos fue ya hace unos años, pero que cuyo recuerdo sigue perenne en los aficionados a la buena poesía.

DONALD TRUMP, LA CASPA Y LOS ERUCTOS


No me ha extrañado nada la elección de Donald Trump porque esa elección es resultado de un mundo sociedad zafia, soez, de promesa fácil que tiene un cumplimiento incierto, de gentes que están contra el sistema pero se han forrado con el sistema, de arribistas, de gansters. En España, tuvimos un Donald Trump en la persona de Jesús Gil, constructor sin escrúpulos que le caía a la gente bien porque, como Trump, era un tío campechano, el fulano con el que nos podemos encontrar en el bar, mientras nos tomamos unas cervezas y cuyo conversación no pasa del racismo ( los putos moros nos quitan el trabajo) y racista. Son estos personajes casposos, esos Torrentes con los que Santiago Segura hizo mucha pasta y que son el corazón de la España profunda. También hay una América profunda con bares en cuyas barras se ve a los mejicanos como morenos que vienen a traer droga y a quitar el trabajo a los americanos rubios y de ojos claros; en las que los negros tenían que seguir siendo esclavos y en las que un tío sin educación, que pone los pies sobre las mesas y que hace lo que quiere porque tiene dinero y el dinero es el puto amo. En este asqueroso mundo, el que manda es el dinero que, ya lo decía el Arcipreste, hacía correr al cojo y al iletrado hace doctor.  No, no me ha extrañado nada la elección de un casposo para la presidencia de un país que, no lo olvidemos, tuvo la primera constitución que se basaba  en los postulados de la Ilustración. Ya veis, tanta Ilustración para que doscientos cuarenta años después, el país caiga en manos de un botarate que no habrá leído a Walt Whitman en su puta vida ni falta que le hace para soltar regüeldos en la barra del bar en el que nunca entraría Emily Dickison, en donde la poesía es para maricones y los besos son para señoritas porque lo nuestro es follar. Y no me refiero a bares de EEUU, sino a otros más cercanos en nuestra España. Y es que la caspa avanza como una peste.

 

LOS SOLDADOS LLORAN DE NOCHE




Hace unos instantes que acabo de leer el libro de Ana María Matute, Los soldados lloran de noche. Confieso que me arrastró a su lectura tan hermoso verso de Salvatore Quasimodo que la Matute utilizó, con muy buen criterio, para el título de su novela. Y os cuento, en primer lugar, que había leído Fiesta al Noroeste hace ya muchos años y que entonces, menos curtido ahora que entonces, no aprecié en su valía. No ha sido así con este último libro de la Matute y su prosa, densa y hermosa, me ha deslumbrado y me ha abierto las ganas de leer otros libros suyos. Al menos, de terminar la trilogía de la que éste forma parte y leer alguno de los que escribió ya hacia el final de su vida. Pero con Matute hay que ir despacio. Ya os contaré, pero por el momento os la recomiendo y os dejo los versos magistrales de Quasimodo.

Né la Croce né l’infanzia bastano,
il martello del Golgota, l’angelica
memoria a schiantare la guerra.
I soldati piangono di notte
prima di morire, sono forti, cadono
ai piedi di parole imparate
sotto le armi della vita.
Numeri amanti, soldati,
anonimi scrosci di lacrime.

 

ESPLENDOR EN LA HIERBA


William Wordworth, poeta inglés, seguro que no se imaginaba que unos versos suyos llegarían a ser famosos gracias a un extraño artefacto que proyecta sueños en una pantalla. En una película de Elia Kazan, Esplendor en la hierba, Natalie Wood leía unos versos que daban el título a la película. Hermosos versos, por cierto, que se quedaron como un recuerdo indeleble de tan hermosa película. Aunque son muy conocidos, os los traigo en este blog para que los recordemos juntos. Son estos:



Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porqué la belleza subsiste siempre en el recuerdo.


Una gran verdad que, dicha por este gran poeta inglés, cobra, aún si cabe, más fuerza.




sábado, 29 de octubre de 2016

ROQUE DALTON



Roque Dalton, poeta salvadoreño, murió asesinado a los cuarenta años, pero en esos cuarenta años, Roque nos brindó una escritura diferente, unos poemas en los que quiso hacer poético el lenguaje cotidiano. Me gusta Roque Dalton porque es un poeta que “huele a oveja”, que se mancha y que no pasó por el mundo sin oler el asqueroso olor de los pobres. Me gusta Roque Dalton porque tiene humor y e ironía y con sus sarcasmo desmonta esta sociedad injusta (¿hubo alguna vez alguna sociedad justa en la historia?) Me gusta Roque Dalton porque es políticamente incorrecto, porque experimentó con el lenguaje, por     que no buscaba el premio, sino el dolor del hombre en una sociedad explotadora. Me gusta Roque Dalton porque los de siempre lo encarcelaron y lo desterraron y lo intentaron acallar. Me gusta Roque Dalton porque murió asesinado ya que su voz era molesta;  porque no se casaba con ningún poder establecido, porque denunciaba a los ricos, a los fariseos, a los hipócritas. Me gusta Roque Dalton porque me recuerda a ese judío al que crucificaron hace ya más dos mil años por no callarse, por ir contra los de siempre, por defender a los pobres. Por todo eso me gusta Roque Dalton.

LAS CENIZAS DEL PAPA



De nuevo la voz del papa Francisco causa escándalo por decir la verdad. ¡Qué mal están los tiempos cuando hay que demostrar lo evidente!  Resulta que, ante el desconcierto que hay en la sociedad con el tema de las cenizas, el papa quiere poner un poco de orden teniendo siempre como mira la dignidad del hombre, tanto en su cuerpo, como en su alma. Nunca la Iglesia católica ha condenado al cuerpo, es más, le da tanta dignidad como al alma y por eso, la Resurrección, con Cristo y en Cristo, será con esa realidad misteriosa e incomprensible que es el cuerpo glorioso. Ante de seguir, quiero quedar bien claro que el papa habla para los católicos, es decir, que los no católicos pueden hacer con sus cenizas lo que les pete o guste. Sale al paso al papa de las mil extrañas maneras que últimamente hay para conservar a nuestros seres queridos: en fotografías en las que usan las cenizas para “dibujar” al difunto; joyas de dudoso gusto que ni el conde Drácula se pondría; esparcirlas por los sitios más insospechados como campos de futbol  o plazas públicas. El papa nos recuerda que esas cenizas son polvo, sí, pero como Quevedo dixit, “polvo enamorado”; que son los restos de un ser humano que sintió, gozó y lloró; que esas cenizas son los restos de  esas médulas que “ a todo un dios prisión han sido”; que esas cenizas “tienen sentido” y que por tanto no se pueden repartir entre los familiares como si tan sólo fueran un elemento mineral más. El papa nos recuerda que hay sitios preparados para que nuestros seres queridos, y nosotros mismos el día de mañana, attendamus resurrectionem mortuorum ad resurgendum cum Christo. Eso es lo que recuerda el papa, que defiende la dignidad del hombre desde antes de nacer hasta que ya es ceniza, pulvis et umbra que dijo Horacio. Eso, ya veis. Ni más, ni menos.

martes, 18 de octubre de 2016

JERONIMO DE ALDERETE


Jerónimo de Alderete y Mercado nació en la villa de Olmedo, en el año de gracia de 1516, es decir, se han cumplen este año quinientos años de su nacimiento y nos sé si alguien se ha acordado de su persona. Hay un busto de tan ilustre caballero, que llegó a ser Adelantado en las Indias, pero que murió sin poder volver a su Olmedo. Sin embargo, no os seguiré contando más porque Alonso de Ercilla y Zúñiga, en un par de octavas reales, hace más y mejor que yo podría hacer en toda la entrada de blog. Ahí queden las octavas del canto XIII de La Araucana.

Gerónymo Alderete, Adelantado,

a quien era el gobierno cometido,

hombre en estas provincias señalado

y en gran figura y crédito tenido,

donde como animoso y buen soldado

había grandes trabajos padecido,

-no pongo su proceso en esta historia,

que dél la general hará memoria-,

presente no se halla a tanta guerra

y a tales desventuras y contrastes;

mas con vos, gran Felipe, en Inglaterra,

cuando la fe de nuevo allí plantastes.

Allí le distes cargo desta tierra,

de allí con gran favor le despachastes,

pero cortóle el áspero destino

el hilo de la vida en el camino.

Fue su llorada muerte asaz sentida,

y más el sentimiento acrecentaba

ver el gobierno y tierra tan perdida,

que cada uno por sí se gobernaba.

Andaba la discordia ya encendida,

la ambición del mandar se desmandaba;

al fin, es imposible que acaezca

que un cuerpo sin cabeza permanezca.

Aquellos que de Chile habían venido

a pedir el socorro necesario,

viendo a su Adelantado fallecido

y todo a su propósito contrario,

con un semblante triste y afligido,

de parecer de todos voluntario,

piden a don Hurtado que se vea

y de remedio presto los provea,

diciendo: «Varón claro y excelente,

nuestra necesidad te es manifiesta,

y la fuerza del bárbaro potente

que tiene a Chile en tanto estrecho puesta;

el más fuerte remedio es llevar gente,

ésta ya puedes ver cuán cara cuesta.

De parte de tu Rey te requerimos

nos concedas aquí lo que pedimos.

A tu hijo, ¡oh Marqués!, te demandamos,

en quien tanta virtud y gracia cabe,

porque con su persona confiamos

que nuestra desventura y mal se acabe;

de sus partes, señor, nos contentamos,

pues que por natural cosa se sabe,

y aun acá en el común es habla vieja,

que nunca del león nació la oveja.

 

 

MANSURA



Había leído de Félix de Azúa su Historia de un idiota contada por él mismo, pero han pasado más de quince años desde esa lectura y ya no recordaba bien cómo escribe Azúa. Por desgracia, Azúa “saltó a la fama” por decir que Ada Colau debería estar en un puesto de pescado. Es posible que así debiera de ser, pero digo lo de por desgracia porque es una pena que un escritor con una buena carrera literaria a sus espaldas pase a las noticias por una boutade. España es así, qué le vamos a hacer. El otro día, en la entrada de La tienda de Lope, esa maravillosa librería de Javier Pérez Lázaro, el librero de Olmedo, vi una novela histórica de Azúa, Mansura, y me dije que quizás era el momento oportuno para retomar al escritor de Barcelona. Me la compré y leí la obra  que me parece que es una confesión propia de la madurez como pérdida de la ilusión. Me recuerda a El castillo de los tártaros porque el joven que se va  la cruzada del rey Luis de Francia no es el anciano que dice “que ya no está para cruzadas”. Mansura es una novela sobre cómo el ser humano se va desencantando de las grandes obras y cómo ese desencanto es la vejez.  Es también la novela que nos dice que las grandes obras, vistas en perspectiva, no son tan grandes, que las grandes empresas de la humanidad se empequeñecen con el punto de vista. Sin ser una obra memorable, Mansura te hace pasar un buen rato. ¡Qué más podemos pedir!

CARTA AL MAESTRO AZORIN



Maestro Azorín, muchas gracias por haber escrito esa novelita rosa maravillosa que es María Fontán (no hay géneros, hay escritores); por hacerme sentir la Castilla de Maqueda en tan sólo una palabra; por llevarme de tu mano a París, a ese San Julián el Pobre que tanto te gustaba y al que peregriné cuando estuve en la ciudad del Sena; gracias por esta historia, contada a una marquesa en su casa de El Viso; gracias por tu prosa que, aunque mal llamada apneica por algunos, sigue siendo un ejemplo de buen castellano; gracias por los viajes que me llenaste con tus historias en las que los zaguanes tenían cántaros que rezumaban el frescor del agua y en las ciudades, al ponerse el sol, salían monjas con carteras para cuidar enfermos. Y, sobre todo, maestro, gracias por haberme dejado tus ojos para mirar el mundo, para mirar la iglesia de la Vera Cruz en Segovia, esas ciudades en que las campanas suenan de noche, esas tenerías por las que cruzan a sus mechinales los labrantines. Es tanto lo que me habéis regalado en vuestra prosa, maestro Azorín, que no podré nunca pagároslo. Sabed que tenéis mi incondicional admiración.

Suyo afectísimo

LUIS

RAFAEL SANCHEZ FERLOSIO, UN TIPO RARO




Rafael Sánchez Ferlosio escribe muy bien y es, quizás, uno de los mejores escritores del siglo XX en España. Incluso su “Jarama” me parece una buena novela, acertada al reflejar esa situación de presión en la que se encuentran las parejas y cómo una de ellas consigue escapar. En algunos aspectos, me recuerda a La caza de Saura, con ese espacio cerrado del que alguien pretende escapar. De Las industrias y andanzas de Alfanhuí, que tengo que releer, nada más deciros que es un libro de prosa prodigiosa, cuasi divina. Repito, Ferlosio escribe bien, muy bien, pero por razones misteriosas, a veces, le vienen unos silencios de muchos años y durante esos años di galera nos priva de su prosa por lo que, a primera vista, parece un capricho que, con todo mi respeto, me parece hasta infantil. En El escudo de Jotán se reúnen unos cuentos absolutamente magistrales, tan magistrales como los que escribían sus compañeros generacionales (Aldecoa, Medardo Fraile o Fernández Santos). No he entendido nunca lo que me parece una gran contradicción y una gran injusticia: que un hombre que escribe tan bien no haya dado de sí todo lo que hubiera debido dar. Sí, ya sé que están sus pecios, pero Ferlosio me ha dejado siempre con el deseo de más. Y es que, lo repito por tercera vez, es un gran escritor que, a lo mejor, no se lo acaba de creer.

MI TIO MIGUEL, EL DE BILBAO




Don Miguel de Unamuno, al que últimamente frecuento poco, siempre me dio alegrías aunque, con los años, veo al buen bilbaíno algo pesado, por ejemplo, en su Vida de don Quijote y Sancho. Sin embargo, en estas Tres novelas ejemplares y un prólogo, está el mejor don Miguel, el Unamuno de novelas de pasión en donde se obvia la descripción, en donde todo es acción, en donde todo son personajes “especiales” que merecen comentario detallado y sereno. Don Miguel era hombre atormentado, colega mío en lo del griego y hombre preocupado por España cuando era España y no un estado plurinacional. Lleva conmigo tantos años que es como de la familia, es mi tío Miguel el de Bilbao el hombre que quería otra España, pero en serio, de verdad, sin engaños. Su angustia es mi angustia, sus dudas son mis dudas, su dolor es mi dolor. Lo siento, pero lo releeré siempre que pueda.

JULIO LLAMAZARES, EL AMO DEL PERRO



Hacía tiempo que no leía a Julio Llamazares, ese autor leonés al que tanto debo en mi novelilla de viajes, El camino del  Duero, porque fue   su viaje portugués el que me dio el tono para escribir ese libro. El año pasado releí La lluvia amarilla y este año me he entregado a Historias de cine mudo,  una visión de la infancia desde imágenes en blanco y negro, las imágenes que vuelven a sus ojos en un pequeño trozo de papel fotográfico que hace que Llamazares recuerde – y nos cuente- su infancia en un pueblo cerca de Cistierna, en la montaña minera de León. Es bonito el libro y creo que Llamazares no escribe tan mal como decía Paco Umbral que en su Diccionario dice en la entrada de este escritor: Vive en Madrid y tiene un perro. Su prosa, aunque se la he notado ahora en mi madurez más simple, con poco grado, se deja leer bastante bien e incluso transmite emociones. El que haya vendido – y bastante- no indica que estemos ante literatura mala. A mí me sigue gustando, quizás con el pero que os decía antes, ese grado que me parece que ha bajado en la cuba de los años, pero sigue siendo buena. No me arrepiento de haberlo leído ni en estos días boecillanos ni en aquellos días abulenses en que la biblioteca era mi refugio y mi patria.

¿PARSIFAL GAY?


De las cosas raras que he leído este verano pasado la más rara es, sin duda, la peregrina teoría, ya apuntada por otros en alguna otra ocasión, de que Parsifal era gay. Así, como lo oyen. El casto necio salió del armario en su ópera homónima en el momento en que no cedió ante los encantos de Kundry. En primer lugar, habría que decir que los personajes son personajes y que, como tales, tan sólo conocemos una pequeña parte de su vida. Parsifal rechaza a Kundry, pero eso es algo completamente normal en alguien que había vivido en una completa inocencia que excluía cualquier tipo de deseo carnal. El casto Parsifal no sabe responder ante los estímulos de Kundry tan sólo porque no conoce el código, pues, educacionalmente, estaba castrado. Seguro que los psiquiatras encuentran en sus consultas casos de jóvenes con conductas semejantes a Parsifal y que, como él,   han tenido una infancia con problemas físicos en su aparato reproductor o con problemas psíquicos generados  por mil causas que a veces no se llegan ni a conocer. A Parsifal le pudo pasar en su infancia como al rey don Sebastián de Portugal al que también se le ha hecho salir del armario, pero el pobre no mantenía relaciones con mujeres porque, de pequeño, había sufrido en los genitales unas curaciones muy dolorosas. Según Mercedes Fórmica, cuya estatua ha retirado Kichi de las calles de Cádiz y que era una gran historiadora, podría ser el Pastelero de Madrigal y , ante el hecho de que Gabriel de Espinosa tuviera una hija que no cuadro con la neura de don Baltasar por el sexo, argumenta que quizás, el mismo trauma de su herida en Alcazarquivir lo pudo curar y ya en Madrigal era “hombre completo”. Pero me voy del tema con esos excursus que tanto le gustaban a mi maestro don Antonio Ruiz de Elvira, y tengo que deciros algo que considero que estos señores tan preocupados por la sexualidad de Parsifal y que incluso, reflejando el personaje en el autor o viceversa, también meten el armario a Wagner pensando que en la relación con Luis  I de Baviera hubo “algo más que palabras”, y no es otra cosa que Parsifal, sencillamente, quería conservar su castidad como el casto José ante la mujer de Putifar. Y como tantos sacerdotes y religiosos que se hacen eunucos por amor de Dios como dice San Pablo. Es curioso que en esta sociedad que desborda de libertad sexual y en donde el ser hetero u homo es una opción     (¿Alguien puede elegir su sexo?) no se tenga el más mínimo respeto por alguien que “opta” o elige la castidad que sí que es una opción entre hacer o no hacer uso del aparto reproductor. No creo que Wagner haya querido hacer un personaje Gary en Parsifal, pero es tanta su grandeza que las lecturas son muy variadas. También un día leí que El mago de Oz era una película gay y que todo Hollywood era un inmenso invento del mundo rosa. Y luego dicen que algunos barremos para el convento…



domingo, 2 de octubre de 2016

DON ANTONIO MAIRENA



Mi amigo Antonio, gran aficionado al flamenco y profesor de Filosofía, lo llamaba el Hegel del flamenco por esa capacidad de aglutinar en su persona y en su cante muchos palos flamencos y cantarlos bien. Antonio Cruz García, don Antonio Mairena para el cante, nació en Mairena del Alcor en 1909 y nos dejó en Sevilla en 19993. Fue una enciclopedia del cante y un dignificador del mismo, sacando el cante de las fiestuquis de señoritos amontillados y poniéndolo en su sitio, lejos de efluvios de vinazo y eructos de aceituna. De su cante, poco se puede decir porque ya está dicho todo, pero ahora que el “flamenquito” triunfa hay que volver más que nunca a este Hegel y dejarse de esos Ruiz Zafones del flamenco que pululan por ahí. Así sea.


FOSFORITO



En aquel viejo quiosco de Las Delicias, justo enfrente de Las Jarillas, la finca en donde el rey Juan Carlos pasó su infancia, había un disco de Fosforito y en aquella niñez tan feliz con Javi y Pablito Gascó, cuyo padre era guarda del canal de Santillana y llevaba un uniforme azul que era parecido  al del séptimo de  caballería, su nombre me llevaba a las cerillas. Cosas de niños. Más tarde, viajando con mi padre a El Pardo,  a los merenderos de Flora Barragán o de Mingorrubio no faltaba el cante de este cordobés acompañado a la guitarra de Paco de Lucía. Lo he seguido oyendo muchos años porque Fosforito es un clásico del flamenco irrenunciable para cualquier aficionado. Nacido en 1932 en Puente Genil, tierra de los membrillos, Antonio Fernández Díaz ha ganado todo lo ganable y más en premio flamencos y sigue, Deo gratias, inter nos. Su voz aborda los cantes más variados con igual finura y precisión, precisión que tomó de cuando cantaba para el baile. Ya no existe aquel quiosco de Maruja y Pablo, pero el cante de Fosforito aún se oye en mi casa en estas tardes de septiembre en que parece que todos volvemos al colegio.

jueves, 29 de septiembre de 2016

LA APOTEOSIS DE PACA LA CULONA



 

         El final del verano ya iba dejando algunas nieblas en la finca de don Antonio Pérez Tabernero en Muñodono, un pueblo a treinta kilómetros de Salamanca, y las hojillas de los fresnos se iban dorando cuando sucedió este momento crucial de la historia de España.

         A la lado de la finca de don Antonio está el aeródromo de guerra y en la finca se reúnen once generales y tres coroneles: Cabanellas, Dávila, Mola, Saliquet, Valdés y Cabanillas, Gil Yuste, Franco, Orgaz, Queipo de Llano y Kindelán, generales, y dos coroneles: Montaner y Moreno Calderón. Como en toda reunión humana, en ésta había dos bandos: los que abogaban por el mantenimiento de la dirección colegiada de la política y de las operaciones militares o, al menos, de la política general y favorecían la designación de Franco como jefe militar único. En el primer bando estaba Cabanellas y en el segundo los monárquicos Orgaz y Kindelán con el apoyo expreso de Alfonso XIII. Mola estaba en el centro, pero apoyaba a Franco.

Se habían reunido porque se buscaba un jefe único para el ejército, un generalísimo dicho en términos militares. Este 21 de septiembre de 1936 estos oficiales y jefes se habían reunido para designar a ese hombre que gobernará el ejército sublevado. Por la mañana no hay acuerdo y, tras la comida, Kindelán plantea el mando único militar que es algo bueno desde un punto de vista logístico (donde todos mandan no hay quién se aclare). Los generales se muestran reticentes y Mola deja clara su postura: “Pues yo creo tan interesante el mando único que si antes de ocho días no se ha nombrado generalísimo, ya no sigo. Yo digo ahí queda eso y me voy». Se produce una votación en la que Kindelán, con el apoyo de Orgaz y de Mola, propone a Franco. Todos, menos Cabanellas que se abstuvo aceptan al de Ferrol, incluido Queipo que llamaba a Franco Paca la Culona y cuyas diferencias entre ambos eran más que notorias tal y como tratamos en otra entrada de Blog sobre el general Bartet.

         El 28 de septiembre, una semana después, se realiza una segunda votación con los mismos asistentes y se decreta lo que sigue (nos fijaremos


Artículo 1.º Todas las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire que colaboran o colaboren en el porvenir a favor del Movimiento estarán subordinadas a un mando único, que desempeñará un general de división o vicealmirante.

Artículo 2.º El nombrado se llamará Generalísimo y tendrá la máxima jerarquía militar, estándole subordinados los militares y marinos de mayor categoría.

Artículo 3.º La jerarquía de Generalísimo llevará anexa la función de jefe del Estado, mientras dure la guerra, dependiendo del mismo, como tal, todas las actividades nacionales: políticas, económicas, sociales, culturales, etcétera.

Artículo 4.º Quedan derogadas cuantas disposiciones se opongan a ésta.

         Franco, más gallego que nunca, tolera como baza de negociación la idea de que el Generalísmo fuera jefe del Estado mientras durara la guerra y sólo mientras durase la guerra, pero no lo acepta y que así lo declara. Los jefes y oficiales se van a almorzar y, por la tarde, Franco lo deja claro: aceptará siempre y cuando no se limite su mandato como Jefe del Estado. El general Cabanellas lo dejó muy claro para la historia:

"Ustedes no saben lo que han hecho, no le conocen como yo que lo tuve a mis órdenes. Si le dan ahora España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya ni en la Guerra ni tras ella, hasta su muerte (...)".

 

Mas, con todo, Cabanellas firma el decreto que aparece en el BOE al día siguiente, 30 de septiembre de 1936. En ese decreto publicado en el BOE en su artículo primero, ha desaparecido el “mientras dure la guerra” y queda redactado así:

Artículo 1º. En cumplimiento de acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional, se nombra jefe de Gobierno del Estado español al excelentísimo señor general de división don Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.

Como es lógico, se le nombra Generalísimo de los ejércitos.

         El 1 de octubre de 1936, la Junta de defensa proclama en Burgos Generalísimo del Ejército y Jefe del Estado a ese gallego bajito y con bigote, africanista que había despertado el recelo de los padres de Carmen Polo porque, según el padre, un africanista era como un torero; el hombre que reprimió la Revolución de Asturias; el antiguo director de la Academia de Zaragoza en la que había impuesto el uso del preservativo entre los cadetes. Franco pronuncia una breve arenga en la que dice que su pulso “no temblará” y recalca: “Me tengo que encargar de todos los poderes”.  El gallego de voz meliflua y bigotillo sale al balcón y se da un baño de multitudes, su primer baño de masas. Y debió de gustarle porque ya sabéis que aquel gallego se fue a El pardo y en el Pardo estuvo hasta que salió para morir en el Hospital La Paz. Era en noviembre de 1975 y habían pasado más de treinta y nueve años. ¡Qué bien lo conocía Cabanellas, el general masón a cuyas órdenes había servido o galego ferrolán!