lunes, 2 de mayo de 2016

ÁLVARO POMBO SIN PROTOCOLOS



Grande ha sido la satisfacción que me ha proporcionado la lectura de Álvaro Pombo en su obra poética. Ya me llevaba animando a la lectura de sus obras mucho tiempo mi gran amigo Jesús Sanz, el sabio de los Pajarillos, que ha leído muchas obras del santanderino. Me guardo para el verano alguna novela de Pombo, pero, ya de entrada, deciros que su poesía es sorprendente y, más sorprendente es aún, el que haya caído en una olvido extraño porque estamos ante una poesía de grandísima calidad, ante unos poemas que tienen el aroma de la poesía inglesa, de una poesía que bebe en Wallace Stevens o en Derek Walcott. No sé por qué extrañas razones la figura de Álvaro Pombo como poeta apenas ha tenido transcendencia en esta sociedad literaria de la caspa y del garbanzo (de Fontiveros o de cualquier otro lugar) Para mí, que todo se debe a que Pombo es un tanto dandy, un tanto british, con un poso de elegancia que le hace parecer extranjero y por su firme defensa de sus muy respetables posturas frente a muchos temas, entre ellos, el de los matrimonios homosexuales con los que no transige aun siendo él declarado homosexual. Pombo quizás tenga la idea del homosexual que recoge Lorca en su Oda a Walt Whitman y eso moleste a las “mafias rosas”; o que no quiera callarse ante tanto indocumentado que quiere imponer sus ideas de segunda mano. Y eso, en la España cateta de los poetas de las libélulas, se paga muy caro.

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