lunes, 29 de agosto de 2016

LA MATA DE LAS MUERTAS O EL DOLOR DE ESCRIBIR


Felisa Sobas era de Tudela de Duero, hija de Rufino, un obrero socialista que frecuentaba la Casa del Pueblo. Felisa era Presidenta de las Juventudes Socialistas de Tudela;  Felisa era una chica de veintidós años a la que los vecinos la llamaban “La Paloma”. El primero de mayo de 1936, los vecinos la habían visto de abanderada en el desfile del Día del Trabajo.


         Felisa fue valiente, muy valiente cuando, el dos de agosto de ese mismo año, la llamaron a declarar al Ayuntamiento;  la citaba el alguacil y Felisa fue sola aunque su padre insistió en ir con ella. Dentro del Ayuntamiento, Felisa fue violada por los hombres devenidos en fieras que, supuestamente, la habían llamado a declarar. Su padre, inquieto por la tardanza, se llegó hasta la Casa Consistorial y, antes de llegar, se encontró a su hija en una esquina de la plaza; estaba magullada y ensangrentada y le gritó a su padre unas palabras que todavía hoy resuenan:

  • ¡¡Mire lo que me han hecho, padre!!!¡¡Mire cómo me han puesto!!

 

El padre contó lo ocurrido por todo el pueblo y por contarlo fue apaleado. El dos de agosto, se repetirían las violaciones. En la madrugada del 2 al 3 de agosto, los gritos de la unas mujeres, alertaron a los vecinos que nada pudieron hacer por ellas: eran Felisa y una pobre mujer de sesenta y dos años llamada Josefa Torrecilla a las que subieron a un coche que se perdió en los pinares. Nada se supo de ellas, pero todos sabían lo que había pasado.

         A los pocos días, Pedro Sobas, pastor que vivía en Boecillo y tío de Felisa, llevaba sus ovejas al pinar. Al legar al paraje que se conoció después como Mata de las Muertas, vio un montón de ropas: eran los cadáveres de su sobrina Felisa y de Josefa a las que habían paseado. Pedro Sobas, el Maroto, se volvió a su casa y se lo contó a su hijo; ambos volvieron al pinar y dieron sepultura a las dos mujeres diciéndole el padre al hijo que nunca olvidara el lugar en donde las enterraban. Y el sitio se quedó en la memoria del pueblo que el 20 de diciembre de 2003 indicó en dónde estaban enterradas y, una vez exhumados sus restos, fueron llevadas al cementerio de Tudela en donde recibieron sepultura por expreso deseo de sus familias.

         El 9 de julio de 2011, Felisa recibió un homenaje de su pueblo. Descansen en paz estas pobres mujeres víctimas del odio ciego y vil.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario