domingo, 15 de enero de 2017

EL ANTÍDOTO CONTRA PEQUEÑECES







Ya conocéis mi gran admiración por don Juan Valera, ese señorito cordobés que escribía como los ángeles. Y don Juan, en una carta fingida de Currita, la protagonista de Pequeñeces, al padre Coloma, expresa su opinión por la novela que se resume en estas famosas palabras:


Y aquí viene bien, en mi sentir, el hacer notar el capital error de usted. Ha querido usted crear algo del género epiceno, y ha salido del género neutro. Ha pensado usted, novelista y misionero a la vez, divertir y aterrar; escribir un libro de pasatiempo que fuera sermón también; una novela-sátira; y las extraordinarias facultades de usted se han neutralizado; y ha resultado que la novela hubiera sido mejor sin ser sátira; y la sátira, mejor sin ser novela; y el sermón, retemejor si no hubiera sido ni novela ni sátira.


Unas líneas más abajo, don Juan, siempre por boca de Currita,  le dice a Coloma:


Aquí huele mal, dice usted; pero en vez de echar sahumerios y derramar desinfectantes, agita usted y revuelve la inmundicia con el palito de la pluma para que el hedor llegue a todas las narices, y ya brote en ellas el clavel que supone usted que va a salir del estiércol, ya aparezca algo de más sólido y puntiagudo.


Don Juan lucha también contra la idea de que Madrid sea una Babilonia:


Traigo aquí el sucedido, no para mover lástima -Dios nos libre, como dice el primer gran novelista del mundo, de que nadie nos tenga lástima-, sino para que se perciba lo ocasionadas que son ciertas pinturas y ciertas declamaciones a fomentar el odio a los ricos en los pobres y menesterosos, y en el vulgo de las provincias el falso concepto de que Madrid es una Síbaris o una Babilonia, levantada a costa del resto de España; un foco de corrupción y una Jauja, donde se come, se bebe y no se trabaja, en teniendo un poco de travesura.


Y, desde luego, no tiene desperdicio esta “andaluza” puya que le manda al padre Coloma:


No se le aparece usted como buen pastor, que procura llevar al redil las ovejas descarriadas, sino como cura-torero que, remangada la sotana, va clavando en los pescuezos, a guisa de banderillas, sendos ejemplares de su libro.


 


Leeos la novela del padre Coloma, pero, después, bebeos como antídoto esta carta de Currita a don Luis. Es más que necesaria.

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