viernes, 14 de julio de 2017

MIS HERMANOS KARAMAZOV



He terminado en junio de releer, por tercera vez, “mis” Hermanos Karamazov y los he encontrado con una salud fantástica, pero, a medida que lo iba leyendo, me he permitido pensar en esta broma: ¿podrían darse estos hermanos en nuestro mundo actual? Veamos.


         El padre, Fiodor, es seguro que estaría en una residencia de ancianos para no molestar a sus hijos. Lo irían a ver los domingos y fiestas de guardar y vivirían  muy felices y, sobre todo, con la conciencia muy tranquila pues “está mejor atendido que en casa”


         Dimitri, también conocido como Mitia, Mitka o Mitienka, hedonista, jugador y gran derrochador estaría ingresado en un hospital psiquiátrico para tratar su ludopatía. Al estar Mitka ingresado y Fiodor, el padre, también, nos evitaríamos la discusión que tiene lugar al principio de la novela y que hace a Mitka principal sospechoso de la muerte del padre y candidato número uno a convertirse en Edipo.


         Iván, el poeta, el racionalista a ultranza, el agnóstico estaría escribiendo en alguna publicación del grupo PRISA o en la SEXTA, pese a las discrepancias de ambas cadenas. Firmaría libros en la Feria del Libro madrileña y estaría libre de toda culpa porque habría visitado a un psicólogo argentino.


         Aliosha, mi pobre Aliosha, el místico, el teólogo, el novicio, habría contactado con un grupo Zen y andaría por esos mundos de Dios vestido con una túnica azafranada. Publicaría un libro como el de Pablo D’Ors que se vendería con gran éxito en la FNAC y en AMAZON.ES. Terminaría casado con una psicóloga (española o argentina, me da igual) y escribiendo libros de autoayuda con mucha meditación y muchas sentadas para alcanzar el nirvana.


         Smerdiakov habría estado desde pequeño en manos de los Servicios Sociales con lo que se habría evitado el asesinato de varios gatos. Sin embargo, su excesivo trato con psicólogos y pedagogos, le habría llevado a un estado mental irrecuperable que le habría llevado a un hospital psiquiátrico a un partido político en el que hubiera conseguido alguna asesoría bien pagada con la cja B y se podría haber comprado algunas finquillas.


         ¿Y Dios, ¡qué habría sido de Dios? muy sencillo: sería compañero del padre, de Fiodor, en la misma residencia de ancianos.


         ¡Que don Fiódor Mijáilovich Dostoyevski  me perdone esta pequeña broma literaria!



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