viernes, 3 de noviembre de 2017

ANTONIO AMAYA




Le recuerdo a usted, don Antonio Amaya, de aquel disco de pizarra en el que cantaba Locura de amor y El pescadero. Le recuerdo a usted en aquellas mañanas de geranio y hierbabuena que regaba mi abuelo en aquel Madrid de los setenta.  A nadie le importa que no se apellidara Amaya sino Peláez Tortosa porque los dioses pueden ponerse y quitarse sus nombres cuándo y cómo gusten. Su carrera comenzó en Barcelona con Celia Gámez,  la argentina más chulapona,  con la que también estaban Tony Leblanc y Juan Manuel Lara. Con veintitrés años, ya estaba usted en un teatro de Barcelona representando Bronce y Oro. Su mánager fue Rafael Lasso de la Vega, curiosamente manager de Joan Manuel Serrat, y su mayor éxito, Doce cascabeles. Fue amigo de Rafael Conde el Titi y con él cantaba, de manera insuperable, Mi vida privada, una canción que a los dos les iba como un guante. En Sitges abrió Chez Antonio, cita de artistas y de gente de la farándula. Se nos fue en 2012 y está enterrado en Jaén junto a su madre.


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