viernes, 30 de marzo de 2018

ABULENSES ILUSTRES I




Llevaba ya un tiempo queriendo hacer un catálogo de abulenses ilustres y, aprovechando las vacaciones de Semana Santa y el temporal enésimo de este invierno – primavera, he decidido que ahora era el kairós, es decir, el momento oportuna. Vamos a ello:

  1. Santa Teresa de Jesús
  2. San Juan de la Cruz
  3. Adolfo Suárez
     
    No merece que haga ningún comentario pues los tres son muy conocidos: dos santos y un político casi santo por la santa Transición.
     
             Vienen a continuación dos músicos abulenses de renombre aunque el primero es más conocido que el segundo:
     
  4. Tomás Luis de Victoria
  5. Sebastián de Vivanco

 

  1. El militar Sancho Dávila, conocido como el Rayo de la Guerra hace el número seis de mi humilde lista y el séptimo y siguientes hacen que paremos un instante:
  2. El historiador de Cebreros Alfonso Moreno Espinosa;
  3. El también cebrereño y poeta,  Hermenegildo Martín Borro.
  4. El arevalense Eulogio Florentino Sanz y Sánchez, político, poeta, dramaturgo e historiador del que haré entrada aparte por su aventura vallisoletana.
  5. También era de Arévalo, capital de la Moraña, Emilio Romero, periodista y maestro de periodistas en el diario Pueblo.
  6. Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado. Grandídmo escritor casi grafómano, que escribió tanto que se dice popularmente: “Escribes más que El Tostado”
  7. Y hablando del El Tostado, no hay más remedio que hablar de Vasco de la Zarza, escultor que esculpió la tumba que se puede ver en la Catedral abulense, pero Vasco de la Zarza no era abulense sino toledano o, según otros, portugués. Por tanto, debería entrar en la categoría de “cuasi abulenses” de la que tratemos en mejor ocasión.
  8. De Madrigal eran doña Isabel la Católica y Vasco de Quiroga, primer obispo de Tachoacán,  en México,  al que los indígenas llamaban Tata Vasco. También de Madrigal era el número catorce:
  9.  Felipe Doyágüez Chico, sacerdote de honda vinculación con Cebreros en donde fue el artífice de Valsordo. Quizás no sea muy conocido, pero su faceta como poeta y como sacerdote que tuve la fortuna de descubrir en San Pedro me parece admirable.
     
    Ya hemos hablado de un político, tan conocido que no hace falta decir nada de él, pero Ávila es rica en gentes dedicadas a tan noble profesión.
    Del sur encontramos a:
  10. Sebastián González Vázquez. Natural de La Adrada y al que conocí de Presidente de la Diputación.
  11. José Manuel Fernández Santiago, conocido como “Toti”, es de Arenas de San Pedro y es un político autonómico que ha desempeñado alguna consejería y que fue presidente de las Cortes entre 2003 y 2010.
  12. Agustín Rodríguez Sahagún, ministro con la UCD y conocido por su peinado a “cepillo” además de por su quehacer político serio y honrado.
  13. Agustín González González, natural de Cabezas Altas, ha sido tantas cosas que quita el resuello:

  • Maestro
  • Dulzainero y creador de una escuela de dulzainas.
  • Alcalde de Barco de Ávila
  • Presidente de la Diputación
  • Presidente de Caja de Ávila
  • Presidente de la Fundación Gran duque de Alba
  • Presidente de la Federación Regional de Cajas de Ahorro.
  • Consejero del Banco Financiero y de Ahorro.
     
    En 2012, su nombre apareció vinculado con el caso Gürtel y en 2015 dijo que no se presentaba a las elecciones. Desconozco si sigue tocando la dulzaina.

  1. También del sur de Ávila, en concreto de El Arenal,  es Cecilio Vadillo Arroyo, ex subdelegado del gobierno en Valladolid y director del Instituto “Alfonso VI” en donde tengo la suerte de tenerlo como director. Ha intentado en varias ocasiones su regreso a la política activa,  ora como diputado, ora como  alcalde de Valladolid. El que lo hubiera conseguido habría sido deseable, pero cierto es que lo que habría sido un bien para los ciudadanos, habría sido, a su vez,  un mal irreparable para los profesores, personal no docente y alumnos del mencionado centro. (Nótese la vocación de pelota que tiene el escribano que esto escribe).
  2. Otro político abulense, éste del norte, más en concreto de Pajares de Adaja, es Ángel Acebes, bien parecido y con percha para los trajes,  al que conocía de alcalde Ávila y que luego anduvo por los madriles en un ministerio. No sé por dónde anda, pero me suena que también anduvo en los papeles del caso Bankia. La carne es débil.
     
  3. De Ávila era también José Luis Uribarri, eterno presentador de Eurovisión y padre de Susana Barri. El apellido es vasco, pero él decía siempre que no tenía más que una prima en Bilbao.
  4. Y metidos en el mundo del espectáculo, tenemos que citar a Tito Valverde al que recuerdo en El Bosque animado de José Luis Cuerda y, sobre todo, en El Comisario. Por su culpa casi me hago policía con el “Pope” y “Charlie”.
     
    Y en el número 22 lo dejamos. Para otro día, más.

martes, 27 de marzo de 2018

RILKE, CUENTISTA





Para mí, Rilke han sido siempre sus libros de poemas: los Sonetos a Orfeo, las Elegías de Duino o el Libro de las Imágenes por citar unos pocos. Pero, tras leer una pequeña antología sobre el amor que publicó en su día Alianza Editorial, he descubierto ( y lo digo sin vergüenza y sí con la satisfacción de haber hecho un descubrimiento) el Rilke del relato corto, del cuento. En un volumen muy cuidado publicado por Alba,  se han reunido una colección de cuentos verdaderamente prodigiosa.  Cierto es que tenemos de él, en prosa, Los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, pero confieso que, cuando los leí no me llegaron tanto como estos cuentos fantásticos (en el doble sentido), llenos de la fuerza de la poesía de Rilke, rebosantes de buena literatura. Un verdadero hallazgo el de este mes de marzo al que le quedan tan sólo cuatro días. Que todas las lecturas que haga en esta primavera que comienza sean tan fructíferas y tan provechosas y tan satisfactorias como ésta de Rilke.

LAS MUY LOCAS HEROÍNAS DEL BEL CANTO





Estamos a principios del siglo XIX y entre las heroínas de las Óperas parece que hay toda una epidemia de locura: Imógene, la joven viuda de El pirata de Bellini, tiene visiones con su marido y con su hijo; Elvira, en I Puritani, pierde la razón cuando Arturo la abandona a los pies del altar para, aparentemente, irse con otra mujer; la Anna Bolena de Donizeti no cree que la lleven al suplicio, sino a sus bodas y pide que la lleven a la casa en la que pasó su infancia; Lucia di Lamermoor aparece ensangrentada en la famosísima “escena de la locura” y revela que ha asesinada al marido con la que la obligaron a casarse y, por último, la heroína de Linda de Chamonix, cae en la demencia cuando sabe que Carlo se va  a casar con otra. En La sonnambula, Amina anda también por el mundo de los sueños. ¿Qué les cocurre a las mujeres románticas? Vamos a intentar analizarlo despacio.
         En el siglo XVIII, la razón lo preside todo, pero, cuando en Alemania llega el movimiento Sturm und Drang, las cosas cambian y los héroes pueden expresar su subjetividad y alcanzar paroxismos emocionales. Cuando Goethe publica Die Leiden des jungen Werthers que termina con el suicidio del joven, el mundo de los sentimientos, en ocasiones desenfrenados, preside los temas de novelas y en literatura surgen dos movimientos:  la Schauerroman, o novela del espanto, y la novela gótica que comienza con El Castillo de Otranto de Horace Warpole y que tiene su apogeo literario – filosófico en el Frankestein de Mary Shelley.
         Estamos en una época en la que Freud no ha escrito sobre los sueños, pero se comienza en estas obras a tratar los sueños de las mujeres y, al llegar a finales del siglo XIX,  se ha recorrido un largo camino que tiene como final considerar que la sexualidad femenina ( ese gran misterio para los hombres), puede ser analizada por medio de los sueños y por los ataques de locura y de histeria momentáneos. Para el varón, la mujer, desde los griegos, ha sido un ser misterioso, amado y temido, difícil de comprender, pero atractiva, capaz de cuidar y dar la vida por sus hijos, pero también, como Medea, matarlos para hacer sufrir a Jasón. La muerte de Penteo en las Bacantes a manos de unas mujeres enloquecidas revela el miedo que el hombre tiene por la mujer, un ser con el que, como hemos dicho antes, comparte su vida, pero apenas conoce. Hasta tal punto se asoció la mujer con los trastornos psíquicos que histeria viene de la palabra griega para el útero. Que una mujer fuera histérica entraba dentro de los normal, pero que un hombre cayera en la histeria suponía todo un desdoro para él y para su sexo.
         Pero sigue la pregunta en el aire: ¿por qué se vuelven locas las mujeres y no los hombres en las óperas románticas? Se puede apuntar como razón que la mujer, durante muchos siglos (en España, hasta 1977, con la reforma del Código Civil) había sido una menor de edad. Para los romanos y los griegos, la mujer era una “niña” a la que había que proteger y que no tenía capacidad de ser testigo en los juicios. Era un ser débil ( el sexo débil se la llamaba y aún se la llama), muy sensible, ( llorar no es de hombres) y , en momentos de locura, cometer horrendos crímenes. Además, la mujer era muy inestable y, como decía el duque de Mantua en Rigoletto,
La donna è mobile
qual piuma al vento
muta d'accento
e di pensiero.

Por esa debilidad, la mujer, cuando es abandonada o sufre, cae en la locura porque es su manera natural de defenderse frente al macho dominante. Pero es que además, la mujer loca tiene la “parresía” de los cínicos, esto es,  puede decir y hacer lo que le venga en gana y echar en cara a la sociedad de hombres, que no lloran ni enloquecen porque han nacido para ser los machos alfa de la manada, lo que siente en su corazón.
         A finales del XIX, las heroínas cambian y así nos encontramos con una Tosca, mujer fuerte y valiente, que lucha contra Scarpia aunque el resultado no sea muy bueno.
         En fin, el tema es complejo y lo retomaremos en otra ocasión. Aquellas mujeres enloquecidas de la ópera de principios del XIX nada tienen que ver con las mujeres del siglo XXI que ya no necesitan de la locura para expresar sus pensamientos. Pero ¿no nos siguen dando  a los hombres un poco de miedo? Ya me diréis.

DOS HISTORIAS CON FINAL TRISTE





La historia de Jefté

Érase una vez un juez de Israel que se vivió en aquellos tiempos difíciles en que los israelitas  habían vuelto a adorar a Baal y a Astaroth. El Dios de los israelitas no sufrió este abandono e hizo que comenzara una guerra entre los filisteos y los amonitas. Jefté había sido desheredado y expulsado por sus propios hermanos y se había marchado a la región de Tob. Mas los ancianos de Galaad lo intentaban convencer para que regresara y se pusiera al frente de las tropas que iban a luchar contra los amonitas. Jefté se negó en un principio, pero luego aceptó con la condición de que se le conservara su posición de “mando”. Los ancianos aceptaron y Jefté pronunció un terrible juramento:
quicumque primus fuerit egressus de foribus domus meae mihique occurrerit revertenti cum pace a filiis Ammon eum holocaustum offeram Domino.
es decir:
Cualquiera que salga primero por las puertas de mi casa y se encuentre conmigo a mi regreso victorioso sobre los hijos de Amón lo entregaré como holocausto al señor.
         Como suele ocurrir en estos casos, el primero que sale es alguien muy querido para el que jura y, en esta ocasión, fue la hija de Jefté la que salió y a la que su padre tuvo que sacrificar.
         No voy a entrar en la hipótesis de Bullinger por la cual habría que entender que existía una conjunción adversativa en el texto (conjunción que no aparece en la Vulgata de San Jerónimo) y que habría que entender por tanto, “entregaré a Yahvé o sacrificaré en holocausto”, pero sí que es verdad que, siguiendo esta hipótesis, cobra más sentido el que la hija de Jefté regresara a los dos meses tal y como aparece en Jueces 11:39

expletisque duobus mensibus reversa est ad patrem suum

Habiendo pasado los dos meses , volvió junto a su padre.
         




La historia de Idomeneo
Idomeneo fue rey en la isla de Creta, hijo de Deucalión y nieto, por tanto de Minos. Participó en la Guerra de Troya y, al volver, sufrió una terrible tempestad. Al igual que Lutero que, sorprendido por una tempestad, juró hacerse monje si se salvaba, Idomeneo hizo un juramento a Posidón, dios del mar y de las corrientes subterráneas diciendo que le ofrecería en sacrificio al primer ser vivo con el que se encontrara. Cuando Idomeneo desembarcó, al primero con que se encontró fue con su propio hijo que, dicho sea de paso, se podía haber estado quietecito en casa porque, en ocasiones, por hacer un bien y cumplir una obligación moral y religiosa como es honrar a tu padre, puedes acabar sacrificado como acabó el pobre muchacho pues Idiomeneo, que debía de ser de Aragón, siguió en sus trece y dijo que cumplía su juramento. Sacrificó al hijo y , en justo castigo por ser tan testarudo, la peste cayó sobre Creta.
         A la primera historia le puso música Handel y a la segunda Mozart. Pero eso es, nunca mejor dicho, otro cantar. Otro cantar con el que hubiera sido muy dichoso, como espero que lo sea con esta humilde entrada, mi muy querido don Antonio Ruiz de Elvira.

lunes, 26 de marzo de 2018

LOS GRIEGOS DE INDRO MONTANELLI





Volver a releer la historia de Grecia de la mano de Indro Montanelli ha sido un placer que no me había dado sabe Dios por qué extrañas causas. Había leído en la carrera varias historia de Grecia y también la de Asimov, divertida y muy entretenida. Había leído la Storia di Roma de Montanelli, pero me faltaba esta Storia dei Grieci (nótese el cambio de título, como explica Montanelli, diciendo que Roma fue un estado, pero Grecia fue una conjunto de polis que, en el helenismo llegaron a ser kosmópolis). Y leyendo a Montanelli, uno se da cuenta de lo poco que hemos evolucionado como especie: Fidias que se queda con dinero de las obras del a Acrópolis; Pericles, en una especie de caso Gürtel de la época; generales que se forran con el dinero de las liturgias de las naves y, sobresaliendo, ese genio que fue Alcibíades ( in malum, of course) Y es que apenas hemos cambiado moralmente y seguimos robando y corrompiéndonos. Ya lo diría Tácito unos años después: Ser político es corromper y dejarse corromper. Ahora tenemos i-phone, viajamos en coches velocísimos y los satélites rodean la tierra para que sepamos, en los GPS, por dónde vamos. Sin embargo, que yo sepa, no hay ningún satélite que nos guíe moralmente. Una pena porque cada vez nos hace más falta.
         Sin embargo, y volviendo al tema, Montanelli, que escribe el libro en 1959, carga las tintas contra los nazis. Y no digo yo que no esté bien cargar tintas contra esos asesinos y genocidas, ni que todo sea poco para denunciar uno de los regímenes más diabólicos que en el mundo han sido, pero de ahí a decir que los pueblos que cantan en coro son más violentos y que,  partiendo de los himnos de Tirteo de Esparta, se meta en el mismo a saco a rusos y alemanes me parece una barbaridad. Como me parece otra barbaridad decir que los pueblos del norte son amantes de la sangre. Para meterse con los nazis nos sobran las razones, pero esas razones tienen que ser fundamentadas y no razones que no se sustentan. Porque, vamos a ver, los ingleses tienen unos coros fantásticos; es más, probablemente, los mejores coros para cantar la polifonía renacentista sean ingleses y ¿por eso vamos a apresurarnos a decir que los ingleses son un pueblo de violentos dementes? Un poco de seriedad, por favor.